El presidente nacional de la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) de Cuba, Ricardo Rodríguez González, ha reafirmado públicamente su total adhesión a las justificaciones ofrecidas por el régimen cubano en relación al polémico aumento de tarifas de la Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA). Su postura, alineada sin fisuras con el discurso oficial, se produce en un momento de máxima tensión y descontento dentro del estudiantado universitario. El presidente de la FEU apoya a Díaz-Canel y sus argumentos sobre el «tarifazo».
Tras la comparecencia televisiva del gobernante Miguel Díaz-Canel en el podcast «Desde la Presidencia», Rodríguez González publicó en sus redes sociales un mensaje que ha avivado la controversia: “Se habló claro, se asumieron los errores cometidos y se explicó la necesidad de implementación de la medida ante la compleja situación”. Estas palabras han sido interpretadas por una gran parte del estudiantado como un acto de servilismo y una deslealtad hacia sus representados, especialmente en medio de una oleada de inconformidad universitaria que ha generado comunicados críticos, paros académicos y una contundente exigencia de renuncia contra el propio Rodríguez González.

Un Post Revelador de Lealtades y la Omisión de las Demandas Reales
En su publicación, el también miembro del Consejo de Estado no solo avaló las explicaciones ofrecidas por Díaz-Canel, sino que reiteró la supuesta legitimidad del proceso de diálogo que, según él, se ha mantenido entre estudiantes y autoridades. Afirmó que “el estudiantado universitario cubano es escuchado” y que no se dejará manipular “por los enemigos de la Revolución”. Además, como una aparente medida reparadora, propuso la creación de un grupo multidisciplinario con estudiantes y especialistas de ETECSA para mitigar el impacto del tarifazo. Sin embargo, su declaración no hizo referencia alguna a las exigencias concretas planteadas por estudiantes de diversas facultades, como la eliminación del límite de recarga mensual en CUP o la revocación total de unas medidas que afectan al conjunto de la ciudadanía cubana, no solo al sector estudiantil.
La respuesta de Rodríguez omite deliberadamente las verdaderas razones de la protesta estudiantil: el drástico encarecimiento de los servicios de telecomunicaciones en medio de una grave crisis económica que golpea a todos los cubanos, especialmente a los jóvenes. También ignora la falta de transparencia y de consulta previa con las comunidades universitarias antes de la implementación de estas medidas. Su énfasis en deslegitimar las expresiones de disenso, atribuyéndolas a la manipulación de “enemigos de la Revolución”, lo posiciona claramente como una pieza funcional al discurso oficial del régimen.
Rechazo Estudiantil Crece y Exigencias de Renuncia se Multiplican
La reacción del estudiantado ante la postura del presidente de la FEU que apoya a Díaz-Canel no se ha hecho esperar. El pasado 4 de junio, la Facultad de Filosofía, Historia, Sociología y Trabajo Social de la Universidad de La Habana emitió un pronunciamiento directo y contundente donde exigió su renuncia inmediata. Los estudiantes calificaron la actitud de Rodríguez González como “pasiva y poco crítica” y denunciaron su incapacidad de representar los intereses reales del estudiantado durante su intervención en el programa informativo Mesa Redonda de la Televisión Cubana. En su declaración, la FEU de dicha facultad afirmó: «Nuestro estudiantado elige no confiar en compromisos simbólicos y no vinculantes… elige involucrarse, participar y actuar».
Este rechazo institucional se suma al malestar generalizado expresado en redes sociales y en los propios espacios universitarios. Se denuncia la falta de transparencia en el proceso de aprobación de las nuevas tarifas, así como la indiferencia de los representantes estudiantiles oficiales frente a los reclamos de las bases. En el podcast «Desde la Presidencia», Díaz-Canel intentó desacreditar las protestas, culpando a “campañas mediáticas pagadas” de fomentar la indignación popular y asegurando que existe una “intención política” detrás de las demandas estudiantiles. Lejos de apaciguar los ánimos, estas declaraciones reforzaron la percepción de que el régimen elude sistemáticamente su responsabilidad y criminaliza cualquier expresión de disenso, incluso cuando proviene de espacios históricamente alineados con la institucionalidad oficial, como son las universidades.
La FEU: Más Vocero del Poder que Representante Estudiantil
La actitud del presidente de la FEU, Ricardo Rodríguez González, confirma el rol que esta organización ha asumido desde el triunfo de la llamada “revolución” castrista y la instauración del “poder revolucionario”. Desprovista de autonomía real y subordinada políticamente al Partido Comunista, la FEU pasó de ser una de las organizaciones más activas y combativas de la sociedad civil durante la República, a convertirse en una estructura orgánica del régimen totalitario construido por Fidel Castro. Lejos de actuar como un mediador legítimo de los intereses estudiantiles, Rodríguez González ha optado por convertirse en un vocero del poder, repitiendo los mismos marcos narrativos que el régimen ha utilizado históricamente para desmovilizar el disenso y justificar sus políticas.
En vez de canalizar y defender las demandas del estudiantado, su declaración funciona como un intento de neutralización, desplazando la atención de las causas reales del descontento y reduciendo las protestas a meros episodios manipulados desde el exterior. Esta adhesión del presidente de la FEU al discurso de Díaz-Canel profundiza la crisis de legitimidad de la organización estudiantil. Mientras crecen las voces juveniles que exigen reformas estructurales, mayor participación democrática y soluciones reales a sus problemas, la dirigencia de la FEU se refugia en los viejos dogmas, demostrando temor ante cualquier expresión de autonomía. En un país donde la juventud es uno de los sectores más golpeados por la crisis económica, el tarifazo de ETECSA ha sido solo la chispa que ha encendido una insatisfacción mucho más profunda y generalizada. El alineamiento del presidente de la FEU con el régimen no solo constituye una traición al mandato de representación que debería ejercer, sino también una muestra de la subordinación absoluta de la organización al aparato estatal.