La reciente visita de Mike Hammer, jefe de misión de la Embajada de Estados Unidos en La Habana, a barrios populares del oriente de Cuba ha roto con los esquemas tradicionales de la diplomacia y ha generado un intenso debate. Ver a un diplomático estadounidense sentado en el portal de una casa modesta, jugando dominó, compartiendo café colado con leña y escuchando directamente las historias de ciudadanos comunes, no es una imagen habitual en la isla.
Diplomacia a Pie de Calle: Café, Dominó y Escucha Directa
«¿Te sorprende verme aquí?», le preguntó Hammer a un joven durante una charla informal. La pregunta es significativa en un país donde las visitas de funcionarios extranjeros rara vez se desvían de las sedes oficiales. La presencia de un alto representante estadounidense compartiendo con la gente en sus hogares no es solo una rareza, sino un potente mensaje en sí mismo. La visita de Mike Hammer a Cuba ha priorizado el contacto directo.
Elaine Acosta, investigadora del Cuban Research Institute de FIU, valoró positivamente este acercamiento. “Esto transparenta la relación entre una embajada y el pueblo”, opinó, añadiendo que “escuchar al pueblo cubano en primera persona siempre es relevante”.
Reuniones Clave y el Mensaje Simbólico en la Visita de Mike Hammer a Cuba
Más allá de los encuentros casuales, Mike Hammer también se reunió con familiares de presos políticos, líderes religiosos y activistas de derechos humanos. Una de las visitas más simbólicas y comentadas fue la realizada a la vivienda del reconocido disidente José Daniel Ferrer, en Santiago de Cuba.
No obstante, en el contexto cubano, cada gesto de esta naturaleza es interpretado, vigilado y politizado. Las cámaras del noticiero oficial cubano no tardaron en presentar su propia versión de los hechos, buscando, como es habitual, desacreditar cualquier acercamiento que consideren una amenaza.
Reacciones y Advertencias: Entre la Visibilidad y la Instrumentalización
“Este tipo de encuentros pueden ser instrumentalizados por el régimen para acusar a los activistas de tener vínculos con un gobierno extranjero”, advirtió nuevamente Elaine Acosta, recordando la experiencia de la Primavera Negra en 2003, cuando el contacto con diplomáticos fue usado como pretexto para una ola represiva. Para la Embajada de Estados Unidos en La Habana, este tipo de acercamiento es parte de su labor diplomática.
Sin embargo, Javier Larrondo, de la organización Prisoners Defenders, tiene una perspectiva diferente: “La visibilidad protege. Lo que más perjudica a los activistas es el silencio”. Para Larrondo, “Mike Hammer no les da herramientas para reprimir. Es el régimen el que reprime”.
Luis Enrique Ferrer, exprisionero político y hermano de José Daniel Ferrer, coincide: “Lo que más nos perjudica es el aislamiento. Que no hablen de ti. Que la prensa extranjera no venga”. Considera que visitas como la de Hammer son valientes y necesarias. “Esto ayuda a desmontar el miedo. A frenar la narrativa de que cualquier acercamiento extranjero es una amenaza a la soberanía”, afirmó con firmeza.
Un Gesto con Impacto Duradero en la Diplomacia Cubana
Mientras el régimen cubano lanza acusaciones en su televisión nacional, las imágenes del diplomático estadounidense en las casas humildes de Guantánamo y otras localidades orientales se difunden ampliamente por redes sociales y medios independientes. “Cuanto más se difunda, más solidaridad habrá. Y eso es bueno para Cuba”, asegura Luis Enrique Ferrer.
Aunque es posible que no haya resultados diplomáticos inmediatos o cambios en la política de Estado a corto plazo, el gesto de Mike Hammer –el estar presente, escuchar sin filtros y poner el cuerpo en el terreno– ha dejado una marca significativa y ha redefinido, al menos momentáneamente, la forma de hacer diplomacia en la isla. Una partida de dominó y una taza de café se convirtieron, en esta ocasión, en inesperadas herramientas de política exterior.