Emilia Velázquez Caballero, una anciana de Holguín, enfrenta un cáncer que afecta su nariz y boca en condiciones de extrema pobreza, mientras la crisis humanitaria se profundiza en el oriente de Cuba.
En el municipio de Gibara, Holguín, el rostro de Emilia Velázquez Caballero se ha convertido en un símbolo desgarrador de la crisis humanitaria que atraviesa Cuba. Esta anciana sufre de cáncer en la nariz y la boca, pero carece por completo de acceso a un tratamiento adecuado. Su realidad, difundida a través de un video por el opositor José Daniel Ferrer, es la de un abandono absoluto: vive con su esposo, quien se encuentra postrado, en una vivienda en pésimas condiciones, sin recursos para adquirir ni medicamentos ni alimentos básicos.
El video, un llamado urgente de auxilio, muestra la cruda situación de la mujer, quien reside en la calle 30, detrás de la hilandería, en el reparto Peralejo de Gibara. La persona que graba explica que la pensión mensual de Emilia –su «chequerita»– es insuficiente incluso para una alimentación mínima que le permita enfrentar la enfermedad. «Necesita medicamentos, vitaminas y sobre todo alimentos», se escucha decir, mientras la anciana asiente con gesto de resignación.
Una Crisis que se Repite en Todo el País
El caso de Emilia no es aislado. José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba, lo ha presentado como un ejemplo de la miseria generalizada que padecen los cubanos, agravada por la incapacidad del sistema de salud y la indiferencia estatal. “Como pasa por todo el país, enfermeros sin medicinas, sin la debida atención, sin alimentos, sin condiciones, en la miseria”, comentó Ferrer, quien en los últimos días ha dado visibilidad a varias situaciones de extrema vulnerabilidad.
Entre ellas, destaca el caso de una niña de Birán, Holguín, cuyo techo fue destruido por el reciente huracán Melissa. En un video desesperado, la menor suplica ayuda: “Ayúdenme, miren mi casita, miren cómo me levantó el ciclón todo esto. No tengo comida y no puedo más… Miren a mis abuelitos, no tienen ropa ni zapatos”.
Estos testimonios, emergiendo principalmente de la región oriental, exponen una realidad de pobreza estructural y desamparo institucional. Mientras el gobierno mantiene un discurso de logros en salud, ciudadanos como Emilia Velázquez enfrentan solos el avance de enfermedades graves, sin medicamentos, sin apoyo nutricional y, lo más grave, sin esperanza. La anciana de Gibara no es solo un caso de cáncer; es la evidencia viviente de un sistema que ha fallado en su promesa más básica: cuidar de sus ciudadanos más vulnerables.














