Mientras el diario Granma condena la destrucción del sistema eléctrico palestino, los cubanos soportan apagones de hasta 20 horas por una crisis autoinfligida
En un contraste que no pasa desapercibido, el diario oficial Granma, órgano del Partido Comunista de Cuba, ha dedicado espacio a denunciar la destrucción del sistema eléctrico en la Franja de Gaza, citando daños valorados en cientos de millones de dólares y responsabilizando a Israel.
Sin embargo, guarda un significativo silencio sobre el colapso autoinfligido del Sistema Eléctrico Nacional (SEN) en la isla. Mientras los titulares oficiales se solidarizan con Palestina, los cubanos enfrentan una realidad cotidiana de apagones que se extienden hasta por 20 horas, termoeléctricas obsoletas —más del 60% superan los 35 años de servicio— y una gestión estatal caracterizada por la desidia y la falta de inversión.
Esta crisis, que no es producto de un conflicto bélico externo sino de décadas de mala planificación y corrupción, tiene un impacto profundo en la vida diaria: alimentos que se echan a perder, servicios hospitalarios comprometidos y estudiantes sin luz para sus tareas. La ironía resulta evidente: el régimen cubano alza su voz contra la oscuridad impuesta por bombas en Gaza, mientras impone la suya propia a su pueblo mediante la incompetencia y el control absoluto de un sistema energético en ruinas.














