El gobernante reconoce crisis en la capital pero ciudadanos le recriminan: «El verdadero desorden está en la administración del país»
El más reciente llamado del gobernante Miguel Díaz-Canel a «ordenar las cosas en La Habana» provocó una avalancha de críticas, ironías y expresiones de hartazgo entre los cubanos dentro y fuera del país, que interpretaron sus palabras como un nuevo intento de trasladar responsabilidades a la población, en lugar de asumir la evidente crisis de gestión estatal.
En un mensaje publicado en su cuenta de Facebook, el primer secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) reconoció que la capital atraviesa una situación «compleja» debido a «agudos problemas generados por el bloqueo y por la desidia», e instó a todas las «fuerzas comprometidas con el pueblo» —incluidas las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y el Ministerio del Interior (MININT)— a integrarse en labores de limpieza, control y «rescate del orden».
«Hay que ordenar las cosas en La Habana. Ha faltado cooperación. Organismos, instituciones y estructuras partidistas deben estar en la calle combatiendo por el rescate de la limpieza», escribió el mandatario, asegurando además que no se dispone de «combustible suficiente» para cubrir servicios esenciales como la recogida de basura, el suministro de agua o el transporte público.
El mensaje, que pretendía mostrarse como una convocatoria al trabajo voluntario y la disciplina social, terminó desatando una ola de indignación y sarcasmo entre los ciudadanos. Miles de comentarios coincidieron en una idea central: el verdadero desorden no está en las calles, sino en la administración del país.
De la basura al hartazgo
Las calles de La Habana se han convertido en símbolo visible del deterioro nacional. Los montones de desechos acumulados, el hedor persistente, los apagones interminables y la escasez de agua potable son el retrato cotidiano de una capital sumida en el caos.
A ello se suman las recientes protestas y cacerolazos registrados en barrios como Centro Habana y Regla, donde vecinos salieron a exigir soluciones ante la falta de electricidad y agua durante días consecutivos.
En ese contexto, el llamado presidencial fue percibido como una provocación. «No hay combustible para recoger la basura, pero sí para movilizar tropas y caravanas políticas», escribió un internauta.
Otros cuestionaron que se invoque la «voluntad del pueblo» mientras se amenaza con medidas represivas contra quienes protesten. «Primero militarizan los barrios, y ahora piden cooperación. No se puede mandar con miedo y pretender gratitud».
«No es el bloqueo, es la desidia»
Entre las críticas más recurrentes se repitió una frase que ya circula en las redes como consigna popular: «No es el bloqueo, es la desidia». Los usuarios acusaron al gobierno de Díaz-Canel de esconder su ineficiencia detrás del embargo estadounidense, mientras la corrupción y el abandono estatal siguen creciendo.
«Nos piden limpiar las calles, pero no limpian el sistema. Nos piden orden, pero gobiernan con el desorden institucional más grande de América Latina», señaló otro comentario.
Muchos reprocharon que el llamado a la disciplina social llegara acompañado de advertencias contra quienes «cierren vías o interrumpan servicios públicos» durante las protestas, lo que fue interpretado como una criminalización del descontento ciudadano.
En medio de los apagones, la basura y la desesperanza, la respuesta más repetida resume el sentimiento general: «No se puede vivir de discursos. Si quieren ordenar algo, empiecen por ordenar su salida del poder».














