La parálisis parcial del Gobierno federal de Estados Unidos se extendió este miércoles sin visos de solución inmediata, después de que el Senado rechazara por segunda vez consecutiva dos propuestas presupuestarias presentadas por demócratas y republicanos, en una muestra más de la profunda división partidista que mantiene en vilo a la administración pública.
La iniciativa demócrata fue derrotada con 53 votos en contra y 47 a favor, mientras que la propuesta republicana, aunque logró 55 apoyos, no alcanzó la mayoría cualificada de 60 votos necesaria para su aprobación. Este resultado mantiene suspendidas todas las operaciones no esenciales del Gobierno, afectando a millones de funcionarios y a numerosos servicios federales.
Fracturas partidistas y votos cruzados
El escenario dejó ver algunas grietas en ambos bloques. Los senadores demócratas John Fetterman (Pensilvania) y Catherine Cortez Masto (Nevada) se desmarcaron de su partido y apoyaron la propuesta republicana, al igual que lo habían hecho el martes en una primera votación. Hasta el momento, esta iniciativa es la que ha logrado un respaldo más amplio, aunque insuficiente.
Los demócratas mantienen como línea roja la renovación de los subsidios del programa sanitario Obamacare —que vencen este año— y la reversión de los recortes de salud incluidos en la reforma fiscal del presidente Donald Trump. Los republicanos, por su parte, se oponen a estas condiciones y acusan a la oposición de pretender financiar con fondos públicos la atención médica de inmigrantes indocumentados.
Acusaciones y advertencias en medio de la crisis
El vicepresidente JD Vance reiteró que la responsabilidad del cierre recae exclusivamente en los demócratas, y restó importancia a la posibilidad de que la crisis se prolongue. Sin embargo, el líder de la minoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, advirtió que su partido “no cederá”, incluso si el cierre se extiende por semanas.
“Han intentado dos veces que votemos a favor de su proyecto de ley, que no protege en absoluto la atención médica de los estadounidenses”, afirmó Schumer en declaraciones a NBC.
Desde la Casa Blanca, la portavoz Karoline Leavitt alertó sobre la inminencia de despidos en la administración pública. “Consideramos que los despidos son inminentes. Lamentablemente, son una consecuencia de la paralización del Gobierno”, declaró, al tiempo que responsabilizó a los demócratas del bloqueo presupuestario.
Russell Vought, director de la Oficina de Administración y Presupuesto, precisó que las primeras medidas de recorte podrían activarse en un plazo de “dos días”, en línea con el objetivo declarado del gobierno de Trump de reducir el tamaño del Estado.
Impacto creciente en servicios y funcionarios
Mientras las negociaciones permanecen estancadas, las consecuencias del cierre comienzan a hacerse más palpables. Aunque servicios considerados esenciales —como las Fuerzas Armadas, el control aéreo y el correo— continúan operando, sus empleados no recibirán salario hasta que se apruebe un nuevo presupuesto. Miles de trabajadores federales “no esenciales” han sido suspendidos sin goce de sueldo, y se espera que en los próximos días comiencen los despidos en programas considerados prescindibles.
La situación mantiene en vilo a la capital federal y aumenta la presión sobre los líderes de ambos partidos, que se enfrentan a una creciente demanda ciudadana para destrabar una crisis que ya comienza a afectar la vida cotidiana de millones de estadounidenses.














