Un nuevo récord negativo marca el ritmo de la economía informal en Cuba este fin de semana. La moneda nacional sigue cediendo terreno frente a las divisas fuertes, con el dólar estadounidense alcanzando los 430 pesos cubanos (CUP) y el euro acercándose peligrosamente a los 490 CUP en las transacciones no oficiales, mientras la moneda electrónica MLC se sitúa en 210 CUP.
Este comportamiento refleja una depreciación acelerada del peso cubano, que se ha convertido en una constante en la vida económica de la isla. Las divisas extranjeras mantienen una tendencia alcista que parece no tener freno, ampliando cada vez más la brecha entre el tipo de cambio oficial y la realidad que enfrentan los cubanos en su día a día.
Lo más significativo de esta escalada cambiaria es cómo impacta directamente en la capacidad adquisitiva de las familias. Mientras los salarios oficiales permanecen estancados en cifras que no superan los pocos miles de pesos mensuales, los precios de los productos básicos se ajustan continuamente según la cotización del mercado paralelo. Esta dinámica crea un círculo vicioso donde la población debe buscar alternativas constantemente para obtener divisas que les permitan acceder a bienes esenciales.
El euro, en particular, muestra un comportamiento interesante al acercarse a la barrera de los 500 CUP. Esto indica una diversificación en las preferencias de los cubanos, que ya no ven al dólar como su única opción para proteger sus ahorros. La divisa europea se ha convertido en un valor refugio importante, especialmente para aquellas transacciones comerciales de mayor volumen y para quienes buscan preservar el valor de sus recursos en medio de la inflación galopante.
El caso del MLC merece atención especial. Creado como un instrumento de control cambiario por las autoridades, su cotización en el mercado informal demuestra cómo las fuerzas económicas reales terminan imponiéndose sobre los diseños institucionales. Cuando una moneda controlada por el estado sigue la misma tendencia alcista que las divisas internacionales, queda en evidencia la profundidad de la crisis monetaria.
Esta situación afecta especialmente a quienes dependen de ingresos en moneda nacional. profesionales, trabajadores estatales y jubilados ven cómo su poder de compra se reduce día a día, obligándoles a depender de remesas del exterior o a buscar ingresos alternativos en sectores paralelos de la economía. La dolarización informal de la economía cubana avanza a pasos agigantados, creando una sociedad dividida entre quienes tienen acceso a divisas y quienes deben sobrevivir con pesos cada vez más devaluados.
El mercado cambiario informal se ha convertido así en el verdadero termómetro de la economía cubana, revelando crudamente la desconexión entre las políticas oficiales y la realidad que vive la población. Mientras no haya una reforma monetaria integral que aborde estos desequilibrios, la escalada de precios y la pérdida de valor del peso cubano seguirán siendo el pan de cada día para los habitantes de la isla.













