En las calles de Matanzas, la realidad económica se vive con desabastecimiento en las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) y un cambio acelerado hacia el dólar estadounidense. Vecinos de la ciudad reportan que cada vez son más los establecimientos que operan exclusivamente en USD, mientras que los locales que aceptan MLC permanecen semivacíos y sin productos básicos.

Un residente del barrio de La Playa relató su experiencia al intentar comprar en el centro comercial Plaza Milanés y Ayllón, administrado por la empresa estatal Cimex. Encontró estantes vacíos, personal desmotivado y la imposibilidad de usar su tarjeta en MLC para adquirir lo necesario. En su lugar, seis de los nueve comercios que visitó ya solo aceptaban dólares en efectivo.

La situación genera confusión y malestar entre la población. “¿Qué hago con los saldos en MLC en mi tarjeta?”, se pregunta el mismo consumidor en una carta dirigida al periódico oficial Girón. “¿Los perderé? ¿El banco los convertirá a pesos cubanos? Nadie nos explica nada”.
Mientras las tiendas en USD entregan tiques y bolsas, en las de MLC la improvisación es la norma: anotan las compras en hojas sueltas y no emiten comprobantes. La falta de información oficial sobre el rumbo de esta “dolarización silenciosa” aumenta la desconfianza.
El gobierno, por su parte, defiende la venta en dólares como un mal necesario. Alberto López Díaz, ministro de la Industria Alimentaria, aseguró que esta medida permite obtener divisas para importar materia prima y producir alimentos. “No es lo que queremos, pero trae beneficios a la población”, declaró.
Sin embargo, para la mayoría de los cubanos, que reciben su salario en pesos cubanos —equivalente a unos 20 dólares mensuales en el mercado informal—, el acceso a estos establecimientos es prácticamente imposible. Una pieza de res puede costar más de 70 dólares, como se vio en un video viral desde Guantánamo, un precio impagable para las familias locales.
La desigualdad se profundiza: quienes reciben remesas del exterior pueden comprar en dólares; quienes dependen de un salario estatal, ven cómo las tiendas en pesos cubanos siguen vacías. Economistas como Pedro Monreal han alertado que este modelo no resuelve la crisis, sino que normaliza la exclusión y fractura aún más la sociedad cubana.













