La prolongada sequía que afecta a la provincia de Las Tunas ha alcanzado niveles críticos, obligando a las autoridades a extender los ciclos de distribución de agua potable a 10 días por circuito y generando una situación de emergencia que afecta a más de 90,000 personas en la capital provincial. Esta crisis, lejos de ser un fenómeno aislado, representa el punto más álgido de un colapso sistémico del modelo de gestión hídrica en Cuba, con implicaciones que trascienden lo ambiental para convertirse en un grave problema humanitario.
David Legrá, responsable de la Unidad Empresarial de Base de la Dirección Municipal de Acueducto en Las Tunas, admitió recientemente que la situación podría agravarse con la proximidad del período seco, dado que los embalses de la provincia no muestran signos de recuperación significativa despite las lluvias estacionales. Los principales reservorios de la región, incluyendo la presa El Rincón y la Jaña, operan por debajo del 20% de su capacidad, un nivel que los especialistas consideran crítico para garantizar el suministro básico.

La Ingeniería del Racionamiento: Circuitos y Subdivisiones
La respuesta institucional a esta crisis ha sido la implementación de un complejo sistema de racionamiento basado en circuitos de distribución. Según explicaron las autoridades, los circuitos más extensos -como Buena Vista, Santo Domingo y el centro de la ciudad- han sido subdivididos para permitir una distribución más equitativa del escaso recurso. Sin embargo, esta medida resulta insuficiente en territorios amplios como Aguilera, el Sosa, Casa Piedra y Las 40, que permanecen sin subdivisiones operativas.
El mecanismo de distribución enfrenta limitaciones técnicas adicionales. Las zonas más elevadas de la geografía urbana reciben el servicio de manera irregular debido a problemas de presión en la red, lo que obliga a dependencia de pipas (camiones cisterna) que a su vez enfrentan su propia crisis operativa. Legrá reconoció que el abastecimiento por esta vía se ve afectado por la escasez de combustible y el deterioro extremo de los equipos de transporte, creando un círculo vicioso de desabastecimiento.
Contexto Nacional: Una Crisis que Traspasa Fronteras Provinciales
La situación en Las Tunas refleja una problemática nacional. Según datos oficiales del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH), más de tres millones de cubanos -equivalente al 30% de la población- sufren la falta total o parcial de acceso regular al agua potable. La gravedad del fenómeno varía por territorios, con casos extremos como Santiago de Cuba, donde los ciclos de distribución se extienden hasta 38 días, o Guantánamo, donde el sistema de abasto colapsó parcialmente en la zona sur del municipio.
La presa Zaza, el mayor embalse de Cuba ubicado en Sancti Spíritus, acumula apenas 106.4 millones de metros cúbicos (12% de su capacidad), marcando el segundo nivel más bajo de su historia. Esta situación se repite en embalses estratégicos across la isla, creando una crisis de proporciones nacionales que los especialistas atribuyen a una combinación de factores naturales y antropogénicos.
Factores Determinantes: Más Allá de la Sequía
Mientras las autoridades enfatizan la sequía como factor principal, expertos independientes identifican causas estructurales más profundas. El ingeniero hidráulico Roberto Pérez, exfuncionario del INRH, señala que «el problema fundamental es la obsolescencia de la infraestructura hidráulica nacional, que pierde entre el 40-50% del agua por fugas en tuberías y conexiones defectuosas». A esto se suma la falta de inversión en sistemas de tratamiento y reutilización, así como la deforestación de cuencas hidrográficas que afecta la recarga de acuíferos.
El caso de Ciego de Ávila es ilustrativo: el 30% del agua potable se pierde por tuberías rotas antes de llegar a los consumidores. Esta ineficiencia estructural multiplica el impacto de la sequía, creando un déficit artificial que agrava la escasez natural.
Consecuencias Sociales y Económicas
El impacto de la crisis hídrica trasciende lo inmediato. Médicos reportan aumento de enfermedades gastrointestinales por uso de agua contaminada, mientras escuelas y centros de salud ven afectado su funcionamiento normal. Económicamente, sectores como la agricultura y el turismo enfrentan restricciones severas que limitan su capacidad productiva.
Las soluciones implementadas hasta ahora muestran limitaciones evidentes. La instalación de una toma flotante en la presa El Rincón, aunque técnicamente adecuada, resulta insuficiente frente a la magnitud del problema. Mientras tanto, la población recurre a soluciones individuales como la excavación de pozos ilegales -que comprometen la calidad del agua subterránea- o el almacenamiento inadecuado que genera problemas sanitarios adicionales.
Perspectivas Futuras: Entre la Adaptación y el Colapso
Los modelos climáticos proyectan una intensificación de los patrones de sequía en el oriente cubano, lo que sugiere que la crisis actual podría convertirse en la nueva normalidad. Ante este escenario, se requieren estrategias integrales que combinen la modernización de infraestructura con sistemas de gestión más eficientes y programas educativos sobre uso racional del agua.
La crisis de Las Tunas sirve así como advertencia sobre los límites del modelo actual de gestión hídrica en Cuba. Su resolución requerirá no solo inversiones cuantiosas, sino también cambios profundos en la gobernanza del agua que prioricen la sostenibilidad sobre soluciones temporales. Mientras tanto, los tuneros -y cada vez más cubanos- aprenden a vivir con la incertidumbre de no saber cuándo tendrán nuevamente agua corriente en sus hogares.













